jueves, 16 de agosto de 2012

¿El fin de Nadal?

No jugó Wimbledon, no pudo defender su medalla de oro ganada en Pekín en estos Juegos Olímpicos de Londres; tampoco estuvo en Toronto, ni en Cincinnati, y ahora anuncia que no participará en el Abierto de Estados Unidos. Su tendinosis crónica en las rodillas lo ha obligado a guardar un reposo casi absoluto. No sería raro que tampoco disputara el Masters de Londres, a fines de año (no porque no reúna los puntos, pues los que ha acumulado durante la primera mitad de año pueden serle suficientes, sino porque, tratándose de una superficie dura  y vistos sus desempeños modestos en esa arena los años anteriores, no parece justificado correr el riesgo).
No es el primer año en el que Rafa tiene problemas con sus rodillas u otra parte del cuerpo. Sería tedioso referirnos a cada vez que ha tenido que dejar de jugar uno o varios torneos desde el 2004 (¡9 temporadas ya!) El problema es que parecieran cada vez más recurrentes sus problemas físicos.
Otro jugador probablemente habría decidido tomárselo con más calma, jugar menos torneos o exigirse menos. Pero Rafa no es así. Lo da todo o preferiría no dar nada. Pero desde que empezó a destacar, los comentarios sobre si podría aguantar tanto esfuerzo a lo largo del tiempo ha resurgido. Y en este caso pululan, pues se trata de una ausencia que va a ser larga.
Pero dicha ausencia prolongada tiene dos interpretaciones: o que está físicamente acabado, o que lo que realmente necesita para resurgir es un descanso y una terapia física largos, que le permitan no simplemente salvar los muebles este año, sino volver en el 2013 con un físico renovado.
Los fanáticos de Rafa apostamos por lo segundo y creemos que Nadal ha madurado, tanto como para preocuparse más por el futuro que por el presente.

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